Los abrazos irán a otros cuerpos y sus manos no abarcarán las mías.
No los veré tras la cuarentena, como tampoco lo hacía antes (salvo en algún sueño impreciso).
No pronunciarán mi nombre y si lo hacen hallarán un eco informe.
¿Y esos fantasmas devotos?
¿Saborearé su carne extinta?
¿Vivirá la dicha en sus bocas ajadas?
El tiempo es una promesa dúctil
y sobrevivir
una medida de tiempo.