Archivo de la categoría: Actualízame

Noticias que, por algún motivo, me impactan o considero importantes

Minientrada

Sin puertas ni ventanas. Hemos vivido durante meses en espacios cerrados con vistas a un cielo imposible. Y ahora, ahora que queda menos para no sabemos qué, se avecina temporal. Puede que la suerte asista y sigamos avanzando, pero también … Sigue leyendo

La tarea

Abandona el tacto espumoso de la almohada y empieza la rutina.
La primera tarea del día es revisar la cuenta bancaria.
A ver si algún ingreso. A ver si el recibo del paro. A ver si alguna herencia desconocida.
Luego llega el desencanto. Los mismos doce euros de hace días.
El dinero nunca llega por canales luminosos.
Continúa la tarea.
Administrar los céntimos del monedero, llamar al banco de alimentos.
Preguntar a su prima, a su vecina.
Y después la labor permanente, la que nunca se ausenta de la cabeza.
Plantearse cada mañana:¿Por qué?

Volverán

Volverán. Las amapolas siempre muestran sus hechizos. Los gorriones nos habitan con encantos. Cinco y dos, el arcoíris. La lluvia sobre una piel algo más blanca, algo más sabia. Las risas sobre las calles. El balcón (solo) con sus geranios y la ropa aventurada. Las citas, los encuentros blanditos después de la marcha. Los aplausos tras el arte. La música en expansión con las bondades del universo. Los cuerpos cercanos, sin profilaxis.

Volverá todo. Estoy segura.

Pero hoy, con marzo entre los dientes, solo pienso en la (inmensa, necesaria y laboriosa) reparación.

La muela

Ayer me quitaron la muela del juicio.
Reconozco que iba con miedo, pero fue mucho peor de lo que esperaba.
Cirugía oral, decía la cita.
Cirugía mental resultó.
Salí de consultas externas y externalicé el cerebro.
Exodonocia del cordal 28. Los efectos temidos.
Al salir del hospital hablé de denuncias falsas, de fronteras necesarias, de pobres por elección.
Me fui directa al Black Friday. Llené bolsas y bolsones.
Invertí mis pocos ahorros en un Lamborghini a plazos.
Decidí meterme en política.

Me extrajeron la cordura.
Y aquí sigo desdentada.

99 fuertes años

Seguramente a su madre se le derretían las acaloradas piernas mientras ella asomaba la cabeza, y luego un brazo, y luego un lápiz y un cuaderno. 99 años con una dulce literatura y unos esplendorosos poemas. No solo escribía para el público infantil. Muchos de sus poemas eran convulsos, calientes, directos y comprometidos.

Aunque las llamas de julio invadían la ciudad el día de su nacimiento, a Gloria Fuertes también le nevaba a veces. Como a todas.

«Andan en mis hombros pesados aguiluchos
se acumulan tristezas con porqués,
dentro de mí hay algo más que sangre,
subterráneos ríos de llantos se desbordan
mis venas de plomo se revientan como cañerías
bajo el hielo,
de tanta mala uva»

El refugio

Llega atravesando vagones, con un papel en la mano, invitando a leerlo a quienes a esa hora se cruzan en su viaje. Tiene cerca de 80 años y camina despacio pero con paso firme, con unos pantalones grises y una fina camisa de un tono bosque primaveral.

Ha recorrido la mitad del metro con una hoja en la mano, invitando a la gente a leer, a firmar, a escuchar que la UE y Turquía han firmado un acuerdo que sigue levantando fronteras para las personas refugiadas. Solo invita a escuchar, a firmar, a leer. Todo gratis. Pero nadie escucha, nadie lee, nadie firma. Nadie grita. Nadie explota. No da crédito y solo alcanza a criticar la deshumanización y el egoísmo de magnitudes para él desconocidas.

Tres jóvenes leemos el documento que nos ofrece y dejamos nuestra tenue impronta sobre el papel. Nos lo agradece y continúa su desolado viaje bajo tierra. Sigue avanzando y contando lo que está pasando, las detestables decisiones políticas que arrastran a la desolación a miles de personas. Sigue deambulando sin rumbo fijo, entre miradas sordas, cabizbajas, sombrías, miradas cerrojo que le ven marchar mientras piensan: ‘Uno más’.

Titirilandia

Imagino a los dos titiriteros de Tetuán, en su celda, conversando con otros presos.

-¿Y tú por qué estás aquí?- le preguntan al compañero más cercano.

-Porque maté a mi esposa después de violarla y quemarla en repetidas ocasiones. La verdad es que se me fue la mano, porque ese día no pretendía pasar de los insultos. Pero me tenía muy harto y al final uno no sabe controlarse y pasa lo que pasa. En fin. ¿Y vosotros?

-Por hacer un  teatro de títeres.

Menú

Sillas de cartón
cucharas de paja
lentejas de ayer
migajas de pan

Cuántas veces
y en cuántos lugares
el mismo menú recalentado

Usura

Le perdí la pista a la bondad
de ese recaudador de dinero
que protege su silla
y sin escrúpulos miente,
unos trozos de papel
subyugan su alma
y buscan ningunear la tuya:
su palabra es usurero

Salvajes

Hace unos años vi ‘Hacia rutas salvajes’ y me dejó un regusto agridulce difícilmente explicable. Aquel chico recorriendo bellos paisajes con la única compañía de su mochila y su fuerza me resultaba sobrecogedor. También ayudaba la maravillosa banda sonora de Eddie Vedder, elegida de forma muy certera para la película. Cómo obviar, entre otras, esa tremenda ‘Society’ que sigue clavándome sus uñas en las costillas cada vez que la escucho.

alma_salvaje_33508

La semana pasada me encontré con su  hermanastra ‘Alma salvaje’. Digo hermanastra porque, salvando que ambas cuentan la historia de dos personas que se lanzan al abismo de lo desconocido dejando atrás (o intentando dejar) los sinsabores de su vida anterior, mi amada Cheryl Strayed me emociona más. Quizá porque lleva tras ella las huellas de un dolor profundo que nutre sus venas y le da el coraje que necesita para seguir adelante, dejando que lleguen los pensamientos embarullados, la azoten y se coloquen en su sitio. Y también porque no estoy acostumbrada a que se muestren las vidas de mujeres aventureras y fuertes en la gran pantalla.

En cualquier caso, esta película se quedará conmigo durante largo tiempo. Estoy convencida. La actriz Reese Witherspoon y el director Jean-Marc Vallée han hecho un  magnífico trabajo que merecería tener su recompensa. Y quizá eso serviría de aliciente para que las vidas de ellas sigan abandonando las sombras del celuliode.