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Ese enigmático y laberíntico universo de los sentimientos

Lluvia, sábado y yo

pies puntillas

Renazco tarde en este nuevo día que llega cargado de nubes, lluvia y momentos plácidos. Me fusiono con él.

No me incomoda, no siento nostalgia ni me invaden las sombras. Al contrario, me resulta apacible, lindo, como si alcanzara a llenar mi alma con este tiempo otoñal y estuviera en armonía con él, ya que es lo propio, quizá no para un sábado, pero lo propio.

Fin de semana, lluvia y yo. Una mezcla sensacional.

Me parece curioso que, pese a mi carácter fundamentalmente positivo y alegre, me apasione la música triste. Y aún más llamativo resulta que hoy, precisamente hoy que el cielo nos riega con sus manos, no sienta necesidad alguna de escuchar notas deprimentes.

El ser humano y sus paradojas. Y este nuevo día.

Continúo mi fusión con él.

 

¿Cómo se escribe ‘amor’?

corazon palabra

Me impresionó que una adivinanza infantil tuviera tanto de cierto. «Es blanco como la nieve, negro como al carbón. Es dulce como la miel y agrio como el limón». Pues sí, sería una definición muy sintetizada pero muy cierta de lo que es ese extraño sentimiento que se nos cuela en las entrañas y del que no sabemos escapar tan fácilmente.

Me asedian las dudas en este sentido. En primer lugar, habita en mí una incapacidad casi crónica (y, afortunadamente, más leve a medida que pasa el tiempo) para identificar sentimientos. Envidio a las personas que siempre tienen, o aparentan tener, tan claro lo que sienten respecto al amor. Yo debo de ser un poco limitada porque me cuesta considerablemente definir lo que me pasa, catalogar el huracán que se forma dentro de mí. En ocasiones lo consigo, pero ese descubrimiento interior lo consigo después de un tiempo prolongado de reflexión, análisis y de una superposición de pensamientos y sentimientos.

Las dudas de otra categoría se deben al feminismo. Resulta que después de navegar por este veterano, interesante y sorprendente mundo lila que tantos conocimientos y perspectivas me ha brindado, siento que hay cosas que no debería sentir y eso me provoca mil debates internos. Es decir, se supone que todo ese asunto de la inseguridad, celos, posesión, actitudes machistas y demás lo deberíamos tener más que trabajado las personas que nos sentimos inmersas en el océano feminista. Pero tengo las sensaciones que tengo, por los motivos que sean, o incluso sin motivo alguno o debido, quizá, a cierto modo de socialización, a las experiencias o a cualquier otro factor. Y me encuentro frente a frente conmigo misma, con la ideología que se adapta a lo que me mueve por dentro como telón de fondo y con sentimientos o emociones ‘fuera de lugar’.

Así que en esas andamos, en esa cuerda sostenida por las emociones y el feminismo y sin saber muy bien qué hacer para que se siga sosteniendo. Será a fuerza de trabajar conmigo misma, de establecer algún tipo de equilibrio entre la teoría y la práctica y de encontrar espacios en los que compartir impresiones. Eso o pensar que soy una neurótica.