Y empieza octubre y parecen
congeladas las semanas
de la sal
al este lo venidero
al oeste lo aprendido
al norte vivo un gran sol
al sur una luz sumisa
entre los cuatro costados
resurge
ese gran ciclón
Y empieza octubre y parecen
congeladas las semanas
de la sal
al este lo venidero
al oeste lo aprendido
al norte vivo un gran sol
al sur una luz sumisa
entre los cuatro costados
resurge
ese gran ciclón
Dos mundos
dos planetas recorridos por sus ríos, montes
y llanuras
dos mundos aproximándose en su
infinita diferencia
esa sería la genuina esencia del universo
pero
por alguna absurda razón
el globo prefiere
una rotación sobre sí mismo
permanente
inmutable
desoladora
Comiste un cadáver
aquel cuerpo descompuesto y maloliente
testigo de tus intenciones
se sintetizó en tus venas
frente al resto tú limpiabas
sus órganos de sangre y desagrado
aunque lo cierto es que
aniquilabas su fértil
leyenda
primero un cuerpito sincero y luego
la cuna, la casa, las voces magnas
tiendas, revistas, la tele
tres dos uno
inoculando complejos
quince kilos excedentes
insuficiente tersura
cabellos en zonas inoportunas
folículos secos
folículos grasos
mejor sin folículos
Publicado en Literatúrame
Etiquetado cuerpo, gordofobia, mandatos de género, mujeres, opresión
cuando a mi ipod mi tablet mi smartphone
le deje de latir el corazón
naufragará hacia territorios
enajenados
inservibles como ese pequeño elemento ya muerto
donde almaceno mi vida
porque en Nigeria o El Congo
¿les servirá? mi pantalla vieja
mis teclas corrompidas
mi reluciente basura de litio cobalto tantalio
simple es la ecuación:
allí lo crean (entre sangre)
aquí lo uso (entre stories)
allí regresa (entre fuego)
aún más sencillo el esquema:
si hay que llorar
que lloren ellos
Publicado en Literatúrame, Reflexióname
Etiquetado explotación, injusticia, mundo, tecnología
se aman y ella
(ella 1, por decir)
adora los lunares de su cuello
el océano en sus ojos
el verdor de sus mañanas
se aman y ella
(digamos ella 2)
recoge cada día
los restos de amor quebrado
de la otra ella
y los transforma en dulzura
se aman y ellas
habrían ido a Stonewall
a reunir mano de obra
y vehemencia
y gritos
ella 1 y ella 2
todos los días
en cualquier calle
plaza
techo
that’s pure love
Publicado en Literatúrame
Etiquetado amor, mujeres, sentimientos, vida, visibilidad
Aquel día el vendaval pidió nubes
con algo de hielo
el ladrillo estaba frío
y el corazón despoblado
como siempre a esa hora
un perro ladraba a lo lejos
una mosca llamaba al cristal
la cucaracha cruzaba el salón
el menú recalentado
habitaba la mesa
era al fin
un día como tantos
una noche como todas
un clásico planeo
a la sombra de la vida
Primero fue la camisa
después el vestido
más tarde el sostén
el viento de mayo
se llevó las prendas
demasiado arraigadas al cuerpo
Cuando ya desapareció
la última manga de algodón
vino la piel
cuarteada y lista
para el arrastre
dispuesta
(un dos tres)
a la fuga
pero esa
precisamente esa
no se pudo airear
Le vi cuando nos separaban pocos metros. Él bajaba por la calle y yo subía. Habían pasado unos cuantos años. Sorprendentemente, ahora tenía dientes nuevos y un ligero aire de juventud. Me contó que había cambiado de vivienda y que este mes ya no podría pagarla. Se le terminaba el subsidio. Pero ya inventaría algo para continuar en ella. “En algún lugar tendré que vivir”-dijo.
La risa no dejaba de florecerle mientras hacía un recorrido por todo este tiempo sin vernos: problemas con la burocracia, amigos que ya no estaban o que ya no eran, una sobrina recién llegada al mundo, la pierna derecha que le seguía incomodando. Charlamos también de la época en la que nos conocimos, de aquellas excursiones al campo con la perra y de las veladas cinéfilas. Nos pusimos al día en unos minutos. Me encantó verle, aunque de repente una nube espacio-temporal pareciera envolver la mañana, con su lluvia preparada dentro para estallar. Estaba a punto de invitarle a un café, cuando una furgoneta se aproximó por una calle cercana y dio la conversación por zanjada. “Ay, lo siento, tengo que irme, que se me va la comida”. El comedor social estaba a la vuelta de la esquina. Y el menú no esperaba por nadie.
Siguió su camino y yo intenté seguir el mío.
Vidas tendidas a la
sombra
lápidas sin nombre
ni flores
ni mármol
morirse es un lujo
que no siempre
se puede pagar
¿Cuántas monedas
sostienen mi existencia?
¿Quién custodiará
mi partida?
Publicado en Literatúrame, Reflexióname