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Asalvangrada

Me abrieron de par en par
buscaron el animal
agazapado en el centro
estaba frío, pero aún latían
todos aquellos tendones
crudos, ahora dañados.

Esta cesárea es mañana
grité
y eché abajo aquellos muros
solo con voz implacable.

Pero no
se me marcharon, esperaron
a que la sangre gastada
se hiciera dueña
del tiempo de la cosecha.

Salvajes quienes hurgan
sin caricias
en el cuerpo
disoluto
de la bondad.

Acontece

Toda esa ropa girando
dentro de su propio jugo
anhelando llegar al exterior
y nombrar el aire:
nombrar la lengua besando
una grieta, nombrar lo limpio
del vendaval.

Minientrada

El agua es clara, la luz nueva, el tiempo solo una ilusión. Miro el horizonte y pierdo el odio, el rencor, la envidia. Si mis objetos se marchan no los rescataré. Que sean dichosos donde vayan. En lo alto de … Sigue leyendo

Minientrada

Vengo de la nieve, del huracán y el miedo. He recorrido todos los lugares en los que se puede correr peligro. No ha habido ocasión de calentar la carne antes del temporal. Era un temporal amigo y, a la vez, … Sigue leyendo

Minientrada

Sin puertas ni ventanas. Hemos vivido durante meses en espacios cerrados con vistas a un cielo imposible. Y ahora, ahora que queda menos para no sabemos qué, se avecina temporal. Puede que la suerte asista y sigamos avanzando, pero también … Sigue leyendo

Digamos

Y entonces
y a veces
nada es igual a lo
anterior ni
apenas distinto

Digamos solo: caduca agosto
las plantas crecen y las golondrinas
mantienen su viaje
en medio de un cielo
nutrido en llamas

Meses

En febrero tenía previstos los ingresos y gastos hasta septiembre.
No eran cuentas malas, tampoco las mejores. Solo eran las mías.
Llegó marzo y la hecatombe y todo cambió.
Aunque algunos hechos habrían llegado con o sin pandemia:
decir adiós a enredos necios, liberarme de las lanzas,
rechazar a quien exprime.
Ya lo dicen, hasta que haya vacuna, el virus permanece.

Luego inicié la siembra para mañana.
Regué las plantas, atusé las nubes.
Aireé (lo justo) la herida.

Las palabras me dan almohada y el menú del día.
Y si no hay fortuna, persisten las ideas.
Y las hojas de septiembre.

El color

El color de los recuerdos
conversa con el negro y blanco
de las fotos antiguas

a veces entra en juego
algún difuminado de tonos lánguidos
e imprecisos
pero el objeto
esa entelequia en forma de papel
detona pronto entre las manos

Miras las estampas y regresas
a esa playa esa comida
cumpleaños de aquel tío
una nueva criatura algún festín
la permanente soledad de las
palabras calladas

Te trasladas y adviertes lo aprendido:
la anhelante sonrisa siempre
arropa al rojo intenso

 

Fantasmas

Los abrazos irán a otros cuerpos y sus manos no abarcarán las mías.
No los veré tras la cuarentena, como tampoco lo hacía antes (salvo en algún sueño impreciso).
No pronunciarán mi nombre y si lo hacen hallarán un eco informe.

¿Y esos fantasmas devotos?
¿Saborearé su carne extinta?
¿Vivirá la dicha en sus bocas ajadas?

El tiempo es una promesa dúctil
y sobrevivir
una medida de tiempo.

Volverán

Volverán. Las amapolas siempre muestran sus hechizos. Los gorriones nos habitan con encantos. Cinco y dos, el arcoíris. La lluvia sobre una piel algo más blanca, algo más sabia. Las risas sobre las calles. El balcón (solo) con sus geranios y la ropa aventurada. Las citas, los encuentros blanditos después de la marcha. Los aplausos tras el arte. La música en expansión con las bondades del universo. Los cuerpos cercanos, sin profilaxis.

Volverá todo. Estoy segura.

Pero hoy, con marzo entre los dientes, solo pienso en la (inmensa, necesaria y laboriosa) reparación.