Me abrieron de par en par
buscaron el animal
agazapado en el centro
estaba frío, pero aún latían
todos aquellos tendones
crudos, ahora dañados.

Esta cesárea es mañana
grité
y eché abajo aquellos muros
solo con voz implacable.

Pero no
se me marcharon, esperaron
a que la sangre gastada
se hiciera dueña
del tiempo de la cosecha.

Salvajes quienes hurgan
sin caricias
en el cuerpo
disoluto
de la bondad.