Caminos que atraviesan
un campo fresco y a lo lejos
las manos que acarician
el instante de la memoria atada
a un cuerpo insolente

Echo mi piel sobre esos dedos
me atravieso sostenida en el aire
las manos cansadas de mi abuela
los dedos curiosos de mi hermana
la espalda doliente de mi madre
las curvas atadas de mi amiga
un dolor en el costado del tiempo
entre el ayer
y las agujas de lo que espera
refugiado en el deseo
en el miedo
en la habitación sin salida
del pecado original