Si me marcho, si me ausento, di a todos que los quiero.
Díselo sobre todo a todas. A ellas las preciso más.
No, no les digas nada a todos, ni a todas, son palabras inexactas para abarcar lo que quiero.
Eso sí, dile a unas pocas que me cambiaron la vida.
A otras diles que con su luz me inventé de nuevo, ¿hay algo mejor que eso?
Dile a las menos seguras que tampoco está tan mal, que su humildad riega el fiero y doliente mundo. Y si se quieren, mejor.
A ellas, a las mayores, diles que la ciencia pura está en sus cuerpos cambiados.
A mi madre dile… mejor no le digas nada, las palabras nunca sirvieron entre nosotras.
A mi hermana, el gran edén, dile que siga avanzando hasta prender la raíz.
No digas nada a mi abuela, nos hablamos con abrazos.
Mi abuelo se quejará. Dile que estoy de camino.
Y al germen del lenguaje renacido que eres tú, con nombrarte digo todo.