7.30. Hora de levantarse y de afrontar otra nueva jornada laboral. El café recién hecho, como tanto le gusta. Las tostadas impregnadas de mantequilla y mermelada. El periódico en la mesa, dispuesto para ser ojeado. Aunque hoy no le dará mucho tiempo a pasearse por las noticias, se hace tarde y le espera un duro trabajo. Su pelo está tan corto que no necesita peine. Un ligero toque con los dedos y poco más. Maletín. Chaqueta. Camisa perfectamente planchada. Las llaves de casa y del coche, en el bolsillo. El beso de recibo. Todo en un sitio. Ahora sí. Ya está preparada y dispuesta a afrontar el día.