No dejo de sorprenderme con nuevas maneras de pensar, re-construcciones de la realidad, actos motivadores, vidas dispares, sonrisas, ilusiones de unas personas y otras. Rincones con lluvia de secretos y ríos de historia.
Esta ciudad estresa, satura, a veces desespera. Seguramente haya momentos en los que saque el lado más oscuro de la gente, pero también muestra el más radiante. Y, aunque no me considere una urbanita, reconozco que después de unos cuantos años Madrid me sigue conquistando. Como escribe Nickolas Butler en algunas frases de su libro ‘Canciones de amor a quemarropa’: «…Pensad en cientos de miles de personas. En millones de personas. Puede que también penséis en los rascacielos, no lo sé. Pero yo pienso en la gente. Millones de personas juntas, intercambiando ideas, todo el rato, a todas horas».
Ese es el imán. Ideas. Personas. Más personas. Más ideas. La mente expandiéndose. Y, con ella, también el corazón.