Tengo una bandada de sucias ratas en el estómago que no paran de moverse rápido. Escucho el sonido amenazador de sus dientes, sus patas arañan las paredes y van alimentándose de toda esa comida que les llega a través del esófago. Ñam, ñam. Desde hace tiempo, estas criaturas ágiles recorren mi cuerpo y saltan por una y otra capa con mucha ligereza. Desde hace tiempo, se reproducen.