Regreso, sí, y lo hago para quedarme. Vuelvo porque necesito abrir la puerta a todas esas palabras que meten una llave tras otra sin dar con la adecuada y que, repentinamente, han caído en la cuenta de que ellas, precisamente ellas, son la llave. Porque necesito seguir despojándome de todos los fantasmas, las flores y fotogramas que anidan dentro de mí.
Y porque los regresos tienen su encanto. Lo tienen, cuando son deseados. Y yo lo deseo, ahora más que nunca. Y porque, como diría un muy buen amigo, no puedo no regresar, no puedo no salir de mí misma.