El agua es clara, la luz nueva, el tiempo solo una ilusión. Miro el horizonte y pierdo el odio, el rencor, la envidia. Si mis objetos se marchan no los rescataré. Que sean dichosos donde vayan. En lo alto de esta roca el océano roza los pies. No hay peligro según dicen, pero tampoco hay salida. ‘No es cualquier sitio mi casa’, aúlla el mar. Nos lo advierte con firmeza. Un ola repentina azota y engulle la vida que una vez nos sucedió.