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Fuego

Fue hace tiempo, mucho y compacto.
Las tardes aún sabían a semillas de amapola y las mañanas, a furor.
Los besó y desapareció calle abajo.
Se llevó una mochila, pan y el tacto de unos labios agrietados.
Entre otras cuatro paredes, aprendió las presuntas verdades de la vida.
Hasta que el sol se situó en el punto más alto.
Entonces regresó -el regreso siempre insiste-
En la cuesta, calle arriba, encontró una casa en llamas.
Un fuego vencedor ya sospechado.

¿Cuántas horas lleva ardiendo?

El color

El color de los recuerdos
conversa con el negro y blanco
de las fotos antiguas

a veces entra en juego
algún difuminado de tonos lánguidos
e imprecisos
pero el objeto
esa entelequia en forma de papel
detona pronto entre las manos

Miras las estampas y regresas
a esa playa esa comida
cumpleaños de aquel tío
una nueva criatura algún festín
la permanente soledad de las
palabras calladas

Te trasladas y adviertes lo aprendido:
la anhelante sonrisa siempre
arropa al rojo intenso

 

Volverán

Volverán. Las amapolas siempre muestran sus hechizos. Los gorriones nos habitan con encantos. Cinco y dos, el arcoíris. La lluvia sobre una piel algo más blanca, algo más sabia. Las risas sobre las calles. El balcón (solo) con sus geranios y la ropa aventurada. Las citas, los encuentros blanditos después de la marcha. Los aplausos tras el arte. La música en expansión con las bondades del universo. Los cuerpos cercanos, sin profilaxis.

Volverá todo. Estoy segura.

Pero hoy, con marzo entre los dientes, solo pienso en la (inmensa, necesaria y laboriosa) reparación.

Un naufragio

Un naufragio. De esos que se extienden durante meses, quizás años.
La tormenta viene avisando, la tripulación ya sabe.
Todo queda sumergido: animales, equipajes, brazos, piernas.
El daño es irreparable y la oscuridad absoluta en el fondo del mar.

Sin embargo, de repente, un movimiento. Algo se acciona. Algo inquieta el sigilo infinito, se instala en la superficie y logra ver el cielo. Algún rayo de sol.
No todo se perdió. Algo está flotando.

Aunque ahora quede a la deriva.

El pozo

El comienzo es impreciso
no sé si la masa espesa en el estómago
fue antes o después
del latigazo
 
Los años del hambre
de repente se acercaron
y no apareció sostén
 
Lo seguro: el desamparo
ese pozo que se nutre de todo
y aún así nunca se llena

Poema de invierno

Dos pequeñas hojas salvajes
resisten al invierno en la rama
de un árbol huesudo

tormentas, tifones, aullido polar
presienten nevada espesa

(llegará la dicha
lloverán colores
susurra la una a la otra)

el contratiempo no empapa su entereza
y siguen pacientes
confiando en la primavera

Alambreo

Y al fin la vida era esto:
el colegio y diversión
la metamorfosis joven
universidad de sueños
-alguna vez fueron amplios-

después ya se vino abajo
se engancharon a la valla
las notas de cien exámenes y una
ocupación ilustre
con un sueldo hasta la tumba

el reloj advierte
seis de la mañana
la supervivencia espera

nuevo día
mismo suelo

alambreo como cualquier perdiz

Octubre

Y empieza octubre y parecen
congeladas las semanas
de la sal

al este lo venidero
al oeste lo aprendido
al norte vivo un gran sol
al sur una luz sumisa

entre los cuatro costados
resurge
ese gran ciclón

Mundo

Dos mundos
dos planetas recorridos por sus ríos, montes
y llanuras
dos mundos aproximándose en su
infinita diferencia
esa sería la genuina esencia del universo
pero
por alguna absurda razón
el globo prefiere
una rotación sobre sí mismo
permanente
inmutable
desoladora

Cadáver

Comiste un cadáver

aquel cuerpo descompuesto y maloliente
testigo de tus intenciones
se sintetizó en tus venas

frente al resto tú limpiabas
sus órganos de sangre y desagrado

aunque lo cierto es que
aniquilabas su fértil
leyenda